La ortodoxia cultureta contemporánea, dictahasta la extenuación, que las denominadas por ellos, españoladas, son un bodrio que debería estar desterrado de la historia del cine. Es algo que ha quedado impreso en la opinión pública, y se ha anatemizado en ciertos ambientes decir que te gustan, por ejemplo, las películas de Paco Martínez Soria. Cuando he estado rodeado de ese tipo de grey, he disfrutado como un marranillo en un charco al ver sus caras, cuando les he dicho que mi película favorita es “lo verde empieza en los Pirineos”. Realmente no es así, pero me gusta reírme a costa de los intransigentes. Lo que sí es cierto es que me encantan esas películas. Actores, como José Luís López Vázquez, Fernando Fernán Gómez, Alfredo Landa o José Sacristán, han sido de lo mejor que ha pasado por la escena del séptimo arte. Nada que ver con algunos de los actores de hoy, cuya interpretación, dicción y habla entre dientes es horrible. No solo son divertidasesas películas, sino que también nos hablan de los usos de una época, la evolución de una sociedad, que los mismos agoreros a los que me referí al principio, marcan a fuego como gris, y desde luego para la mayoría de personas que conozco no fue así. Lo que más me gusta de ese tipo de películas son las introducciones a la historia que hace un narrador al principio, habla de la emigración del campo a la ciudad, del inicio del turismo, del veraneo y los rodríguez, del desarrollismo o la explosión inmobiliaria. En el caso de “lo verde empieza en los pirineos”, Vicente Escrivá en su guion, desarrolló una práctica habitual en la España de entonces. La historia comienza con un anticuario solterón que tiene el problema de ver a todas las mujeres guapas con barba. Sus amigos, lo usan como excusa para curarlo llevándolo a Biarritz, que será el escenario donde sucedan los enredos propios de aquél tipo de cine, que en este caso nos narra las peregrinaciones que los españoles hacían a Francia para ver películas de carácter sexual, prohibidas en España por la censura eclesial.
La Unión Europea es un conglomerado de naciones que suman casi los 450 millones de almas, que consumen una media de 27 MW/h al año, aunque las previsiones a futuro de la electrificación del parque móvil, prevén que esta cifra se dispare. Según el criterio político de los últimos años, Europa se prepara para la descarbonización energética total en el 2050. La pregunta que desde aquí nos hacemos es, ¿estamos preparados para ello? La respuesta es un tajante, no, y ya se demostró así antes de que se produjeran las actualescircunstancias bélicas. En esta supuesta Unión, cuando le aprietan los juanetes a los ordeno y mando de Francia, o sobre todo,Alemania, suele pasar que donde dije digo, digo Diego. Valga como botón de muestra las veces que Alemania superó el criterio del 3% de déficit público, o cuando se le requirió al país germano durante la pandemia productos de protección sanitaria, y su contestación fue prohibir la venta a los demás socios, pasándose por el arco del triunfo la libre circulación de mercancías. En el caso energético, ante la dificultad evidente que estaban padeciendo los barandas, con las medidas de descarbonización tomadas a tontas y a locas, decidieron a principios de este año a través de la Comisión, una posible solución a sus males, estableciendo un cambio en la llamada Taxonomía Verde, que es la agenda que indica qué es o no sostenible. La novedad en esta nueva lista, es que formarán parte de las energías verdes el gas y la nuclear. Durante el debate previo que se abrió en el club de los 27 países para sondear las posturas ante tal medida, el gobierno que encabeza Sánchez se opuso de todas todas.
Si nos fijamos en estos últimos años, Españase ha convertido, a través de la interconexión con Francia y Portugal, en un exportador nato de energía renovable. La música suena muy bien si no fuera por dos importantes pegas. La primera es que la capacidad de interconexión de España está en el 6%, muy por debajo del 10, que es el mínimo sugerido desde la Unión Europea, y la segunda y más importante es que nuestras exportaciones se basan en unas energías dependientes de la meteorología, en la que la tecnología de hoy no permite un almacenamiento factible, barato, ni eficiente. Por tal causa, España no debe cerrarse a aquellas opciones que se abren para desarrollar toda su capacidad. Nuestro país puede convertirse en una potencia energética nuclear, tenemos la tecnología, y lo que es aún más importante, la riqueza mineral, pues poseemos la principal reserva de uranio de la Unión Europea, con lo que no tendríamos que depender de un mercado exterior cada vez más complejo. Los países de nuestro entorno ya están desarrollando planes de construcción de nuevos reactores nucleares que les hagan menos dependientes del exterior. Sin ir más lejos nuestro vecino francés, que anunció la construcción de seis reactores y la posibilidad de poner en marcha otros ocho. Pero España tiene una barrera, la ideológica, la de una clase política que no permite ni el desarrollo de una energía verde, eficiente, y barata, ni la explotación de unos recursos mineros, que por fin permitiría a nuestro país tener una plazaen ese tren de la modernidad que tantas veces hemos perdido. Pero una vez más,como en aquella España, que dicen que fue tan gris, volvemos a padecer la censura de una nueva iglesia, la de un ecologismo irracional, que nos vuelve a hacer deseable, como en aquella españolada, lo que hay más allá de nuestras fronteras, que no es otra cosa que el trabajo por la soberanía energética que procura para su población Francia. Porque,desgraciadamente, lo verde empieza en los Pirineos.