Con toda seguridad, en más de una ocasión, les habrá sucedido que en una reunión de amigos, alguien ha evocado alguna vivenciade la que fuimos testigos, y no la recordamos tal y como esta persona la relata. Este curioso fenómeno biológico de falsa memoria no es algo exclusivo en el ser humano. Investigadores de la universidad británica Queen Mary así lo atestiguaron, mediante una serie de estudios desarrollados con abejorros.Estos animales, a través de la experiencia, identifican y memorizan las flores en las que pueden recolectar polen y néctar. Tomando esta premisa, los científicos realizaron con ellos un entrenamiento basado en flores artificiales de distintos colores. Imaginemos que se introduce néctar solo en unas de color rojo, que se mezclan, con otras blancas con puntos negros que estarían vacías. En poco tiempo, los abejorros aprendían a diferenciar las que contenían néctar de las que no. Una vez cerciorados de que los insectos poseían la capacidad de distinguir las flores, se les retiraban por un tiempo, para más tarde añadir una tercera flor también vacía, que compartía alguno de los colores de las anteriores ya conocidas, por ejemplo una flor blanca con puntos rojos. Esta mezcla de loscolores ya aprendidos en las primeras flores yque estimulaban su reacción, provocaba queun alto número de estos animales se acercasen erróneamente a buscar néctar en esas nuevas flores. Ese número,evidentemente, superaba el de la mera casualidad, por tal razón los biólogos concluyeron que se debía a un proceso defalsa memoria, pues los abejorros nunca antes habían visto aquella flor, por lo que era imposible que pudieran reconocerla como contenedora de néctar. Ese recuerdo ficticiode obtener alimento de una flor desconocida, tiene su origen cuando el cerebro se enfrenta a esta nueva flor que tiene elementos que ya le suenan de antes, así que procesa estacombinación de colores rojo y blanco, con la reacción a esos estímulos previamente aprendidos, y esto es lo que le puede llevar a un recuerdo equívoco de algo que realmente nunca sucedió.
El pasado 6 de mayo, pudimos ver al presidente del gobierno Pedro Sánchez cantar loas e incensar a la Presidente de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, en la clausura de la XXXVII Reunión Anual del Círculo de Economía en Barcelona. Desde hace tiempo al socialista se le está viendo el plumero, y va tomando posición en la línea de salida para cuando vuelva a escuchar ese disparo que dé inicio a su nueva carrera, en una nueva vida;la de expresidente. Por tal razón, y al no saber dónde colocará finalmente sus posaderas, va repartiendo huevos por distintos posibles destinos, hasta que las urnas por fin echen a este gallito clueco, que para entonces ya tendrá preparado un confortable nido, quizá en la OTAN, en la Unión Europea, en la ONU, o en cualquier otro órgano al uso. Pero para no tener que doblar el lomo, Sánchez, debe hincarse de rodillas previamente. Así lo hace con la OTAN, sufriendo una repentina transformación, que le hace pasar de ser aquel pacifista que opinaba “que el ministerio de defensa sobra”, a convertirse en un meningítico primo de Zumosol, que defiendevehemente las fronteras de Ucrania en la actual invasión rusa.
De igual modo, pensando en su interés, actúa en favor de los aliados de los norteamericanos para hacerle tilín a Bidende sus amores, traicionando la tradicional política española de defensa al derecho del pueblo saharaui de ser una nación autónomafuera del yugo invasor de Marruecos. Y ya de paso nuestro hombre, para contentar aún mása Mohamed VI, en lugar de hacer una férreaprotección de nuestras fronteras en Ceuta y Melilla, y de reafirmar nuestras opciones sobre las aguas próximas a Canarias, hoy en litigio con el reino aluí, posa risueño junto al Comendador de los Creyentes en fotografías en las que había elementos alrededor de los protagonistas, puestos con muy mala babapor la morisma, y que daba cuenta de la rendición de España a Marruecos. En el largo etcétera de postureos, el último episodio, del último huevo del gallito clueco, tal como hemos referido al principio, ha sido la interpretación de su papel de patriota europeo, porque ya le va dando en la nariz los cercanos aromas de la presidencia de turno del Consejo de la Unión Europea, y tiene que hacer méritos para su próxima poltrona. Por eso canta las albricias de ser miembro de tan distinguido club. Habló en su discurso de queen estos tiempos tan duros, cada vez que España tenía una disyuntiva, el Consejo y la Comisión nos daban directrices certeras. Siguió su alocución encantado de compartir soberanía, y mostraba ansia por unirnos y no dividirnos. Nos dijo lo bien que se hizo la compra conjunta de vacunas, y la unión de acción en la respuesta a la guerra de Ucrania. Habló del proyecto común de Europa, y pusola guinda diciendo que Europa es nuestra nueva patria que hay que reivindicar.Cualquiera que oyese a este señor, sin tener que padecerlo, pensaría que junto a Monnet, Schuman, Ademauer, de Gasperi y Spaak;Sánchez merece un lugar junto a los padres de la Unión Europea. Pero los que lo sufrimos a él y a la deriva que nos ha traído esta alianza, podemos decir que ese idílico compartir soberanía, ha sido tan solo un sometimiento a los intereses de Francia y Alemania. También olvidó decir de esa eficiente compra de vacunas, la chapuza decontrato que se firmó con Astrazeneca y la tensión con Inglaterra por la falta de ese suministro para los miembros de la Unión, o la negativa de Alemania a vender material sanitario. Tampoco hay nada de esa añorada por Sánchez unanimidad ante el cerco a Rusia, que supone el suicidio económico para países como Hungría. Y es ridícula la pose de nuestro presidente por un pretendido proyecto común europeo, cuando él no tiene un mínimo croquis de plan de futuro para España, y trabaja contrariamente en nuestro país para acentuar la división interna y el sometimiento a intereses ajenos.
Con ese discurso de vergüenza ajena ypeloteo al mando europeo, el zángano de Sánchez contó una supuesta realidad, basada en el recuerdo de unos hechos, que como en el cerebro de los abejorros, rememoraban algo que realmente nunca sucedió.