Cuando Era pequeño, mi padre me contaba un chiste muy malo, pero a la vez educativo. Un hombre le dice a su hijo pequeño, -Jaimito sube al armario y tírate que yo te cojo-, el niño se sube y al ver la altura a la que estaba encaramado le da miedo y le dice a su padre, -papá yo desde aquí no me tiro-, el hombre le responde, -pero chiquillo ¿no ves que estoy aquí debajo para que no caigas?-. Durante un rato la conversación se repite con el miedo del hijo a caer, y el padre dándole la seguridad de su presencia. Finalmente, el niño se arma de valor y se tira desde el armario, su padre se retira, el niño se estrella contra el suelo, y mientras se queja por el dolor, se acerca su progenitor y le dice, -no te fíes ni de tu padre-.
Durante estos días se ha celebrado en Madrid la última cumbre de la OTAN, si algo es sabido por los guiris que se acercan a nuestra tierra, es que como anfitriones somos el no va más. Esto ya lo vivieron en sus carnes los del Comité Olímpico Internacional, cuando Madrid competía contra Chicago, Tokio y Rio de Janeiro para las olimpiadas del 2016. Era evidente que a esos juerguistas no les iba mucho ni Chicago, por muy buen blues que tenga, ni Tokio, que son más bien raricos, así que la final estaba cantada entre Madrid y Rio de Janeiro. Al final ya se sabe lo que pasó, esos corruptos señores se decidieron, previo pago, por la peor opción, y quizá, la peor olimpiada celebrada desde el 776 antes de Cristo. En esta ocasión, con la peña de la OTAN, ha habido de todo, desde un sobeteo asquerosillo por parte de Biden a Begoña Gómez y a la reina Letizia, hasta una buena juerga flamenca, como Dios manda, para los señoritos. Han salido todos encantados, y era lo que Sánchez esperaba, preparar un buen escaparate donde él fuera el maniquí protagonista, el hombre anuncio; su Sanchidad. Sabe que le quedan pocos telediarios y este, quizá sea su último cartucho para resplandecer internacionalmente, pues aún queda muy lejos la fecha de la futura presidencia de turno española, en el Consejo de la Unión Europea. Si algo sabemos de Pedro Bello, es que es un superviviente, y aprovecha como nadie las oportunidades que el destino le prepara, pues esta cumbre ya estaba prevista desde tiempos de Rajoy y Cospedal allá por el 2018. En este caso, un verdadero hombre de Estado, hubiera explotado el hecho de jugar en casa para sacar adelante acuerdos favorables para su país, pero este señor lo que prepara es tan solo su futuro como expresidente. Por eso desea duplicar en España el gasto militar, para satisfacer a su nuevo amiguito Biden y a la industria armamentística de los EEUU, que están haciendo su Agosto con el totum revolutum de Ucrania. Pero de la defensa de Ceuta y Melilla, no ha habido nada claro. Si hacemos caso al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, decía que con el nuevo concepto estratégico acordado que habla de la defensa de la “soberanía e integridad territorial” de los miembros, las ciudades autónomas no están cubiertas de forma automática. Pero desde Moncloa nos cuentan, que con este nuevo paradigma, han introducido un matiz que clarifica cualquier duda sobre nuestras ciudades africanas, pero vemos que no hay modificación alguna en los papeles del tratado de Washington, y el gobierno queda ingenuamente satisfecho con lo dicho.
En un discurso, el senador romano Cayo Tito, dijo aquello de “verva volant, scripta manent”, lo que en cristiano significa, que las palabras vuelan, pero lo escrito permanece, y yo diría, en palabras más rotundas y claras, con respecto a lo del tratado de la OTAN, las del chiste que tanto me enseñó en mi niñez, no te fíes ni de tu padre.