Asunción
El mes de agosto se presenta rico en celebraciones marianas: Nuestra Señora de los Ángeles, la Virgen de las Nieves, la Asunción de Nuestra Señora y Santa María Reina. Destaca de forma especial la festividadde la Asunción, que, en 1950, fue proclamada como dogma por el papa Pío XI: “la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”. En esta fórmula se recogen las cuatro verdades de fe que la Iglesia compendia sobre la Virgen María: la maternidad, la virginidad, la concepción inmaculada y la asunción a los cielos. Aunque parezca evidente, habría que distinguir entre lasolemnidad de la Ascensión y la Asunción; las dos hacen mención al cielo, pero la primera se refiere a Jesucristo y la segunda a su Madre. El doctor de la Iglesia san Juan Damasceno, también conocido por el “Orador de oro”, ya en los siglos séptimo y octavo del cristianismo hizo célebre la expresión sobre la conveniencia de la Asunción de la Virgen en cuerpo y alma al Cielo. “Convenía” —reitera en su exposición— que aquella que en el parto había conservado su virginidad, conservase sin ningún tipo de corrupción su cuerpo después de la muerte; por haber llevado en su seno al Creador; por ser la Esposa de Dios; por haber visto a su Hijo en la Cruz; por ser Madre de Dios, para ser honrada por todas las criaturas. Por eso, la liturgia de la Iglesia descifrando el significado teológico de esta celebración, con una belleza extraordinaria, nos acerca a esta fiesta que comienza en Oriente en el siglo VI, y en Roma en el siglo VII. En el libro del Apocalipsis de san Juan, se narra la aparición en el cielo de una figura prodigiosa: una mujer envuelta por el sol, con la luna bajo sus pies y con una corona de doce estrellas en la cabeza. Estaba encinta y a punto de dar a luz y gemía con dolores de parto. Pero apareció también en el cielo —continúa el texto revelado— otra figura: un enorme dragón, color de fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y una corona en cada una de sus siete cabezas. Con su cola barrió la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra. Después se detuvo delante de la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo. Después de la batalla se oyó en el cielo una voz poderosa: “Ha sonado la hora de la victoria de nuestro Dios, de su dominio y de su reinado, y del poder de su Mesías”. En el Santo Reino se celebra este atributo de la Virgen de forma especial. Así lo estableció en 1246 Fernando III el Santo cuando dedicó y ordenó consagrar la antigua mezquita de la ciudad musulmana a la actual Catedral de la Asunción. De ahí que, encima de la Puerta del Perdón o central, presida el bajorrelieve de la Virgen asunta al cielo, de Julián Roldán. Dentro de la catedral renacentista, en la Capilla de San Jerónimo, se puede contemplar en el testero izquierdo, un relieve de la Asunción, del escultor Mariano Benlliure; lo ilustra una frase en latín,extraída del primer libro del Antiguo Testamento: “Ipseconteret caput tuum” (Ella aplastará tu cabeza) —y sigue el texto— mientras acechas tú su calcañar. Además, en la Portada Sur, se exhibe otro altorrelieve de la Asunción de Andrés de Vandelvira; y, por último, en las bóvedas y pechinas del coro, existe otro gran relieve de la Asunción de la Virgen. La Dormición, el Traslado, el Tránsito, distintas formas de expresar la Asunción de la Virgen en cuerpo y alma al Cielo,supone una consecuencia lógica del privilegio de estarlibre de pecado; estoy convencido que le habrá recibido su castísimo esposo san José. En lapreparación de la Asunción de Nuestra Señora —esperanza nuestra y causa de nuestra alegría—, le pedimos que nos ayude en este valle de lágrimas. La “Reina elevada al cielo”, a la que piropeamos como“Puerta del cielo, nos ayudará ahora y en la hora de nuestra muerte. Porque con santa Teresa: “al final de la vida el que se salva sabe y el que no, no sabe nada”.