La reciente visita al monasterio de Santa María la Real de las Huelgas, en Burgos, ha desempolvado algunos recuerdos personales. Cerca de este lugar cargado de historia, transcurrió algún que otro verano de mi infancia; allí, en la galería lateral llamada “Pórtico de los Caballeros” jugaba dando patadas a un balón—ahora sería impensable—. Han pasado algunos años cuando acompañaba a mi tío Salvador, párroco de Las Huelgas, y seguíamos las explicaciones de un guía del monasterio. Este lugar, cercano a la Catedral gótica, fue elegido por Alfonso VIII para fundar un cenobiofemenino. Por entonces, a decir verdad, aquel encuentro de lleno con la Edad Media me parecía un tanto arduo. En cualquier caso, intuía la importancia que albergaba aquella arquitectura medieval que reuníael románico de “Las Claustrillas”; el gótico de la iglesia con las tres naves y el claustro de San Fernando; el mudéjar de la capilla de Santiago; el almohade de la capilla de la Asunción; y el renacentista del “Compás de Adentro”. He tenido que pasar media vida en Andalucía para entender lo que acontecía en Castilla. Entre los lambrequines que exornan el blasón de la ciudad castellana de Burgos (“Caput Castellae, Camera Regia, Prima Voce et Fide”) nos muestran su vocación a preservar los valores de Occidente. Ante la continua progresión hacia Europa de las tropas del califa almohade Muhámmad an-Násir(más conocido como “Miramamolín”), Alfonso VIII con sus aliados aragoneses, navarros, leoneses y portugueses, libraron en 1212, en tierras jienenses, la Batalla de las Navas de Tolosa, para frenar la expansión islámica. Así queda reflejado en el lienzo de 1595, que separa la nave central del coro de la iglesia, obra de los artistas burgaleses Jerónimo y Pedro Ruiz de Camargo. En la parte inferior, las figuras orantes del matrimonio regio: Alfonso VIII y Leonor de Plantagenet o de Inglaterra, que fundaron Las Huelgas en 1187.
La palabra “huelgas” no alude a holgar o descansar, como se venía sosteniendo hasta hace poco; según investigaciones recientes obedece a la comarca de pastos para ganados, que no se dedican al trabajo (“huelgo”). Por iniciativa y empeño de la reina de origen anglosajón, el papa Clemente III erige una casa de religión, consagrada a Santa María la Real, que continúa regida por las monjas cistercienses de San Bernardo; pretendía, ya por aquel entonces, que las mujeres alcanzaran dentro de la vida monástica el mismo nivel de mando que los hombres. Una de las condiciones de la donación del monasterio consistía en que sirviera de panteón real para los fundadores y sus sucesores; existen 29 personajes regios enterrados en sepulcros. En la Guerra de la Independencia los franceses profanaron las tumbas y se llevaron losobjetos de valor. En Las Huelgas he encontrado varios nexos de unión entre la “Caput Castellae” y el Santo Reino.
No pude dejar de mostrar emoción al descubrir en la Sala Capitular el Pendón de las Navas de Tolosa; un tapiz de 3,30 por 2,20 metros, tejido con hilos de plata y seda de gran colorido; lleva inscripciones cúficas con expresiones que muestran la fe musulmana como “Sólo Dios es Dios y Mahoma su Profeta”. Pero el alborozo fue “in crescendo” al comprobar la presencia de Fernando III el Santo, hijo de Berenguela de Castilla y Alfonso IX, nieto de Alfonso VIII, quienfue aquí coronado y armado caballero en 1219, antes de comenzar la Reconquista de Jaén, Córdoba y Sevilla. No es casualidad que el retablo de la iglesia del monasterio esté dedicado a la Asunción y una nave a Santa Catalina; como que el monarca castellano dedicara el Castillo jienense a Santa Catalina de Alejandría y la Catedral renacentista a la Asunción. Las Abadesas de las Huelgas, durante siete siglos, han gozado de una jurisdicción especial cuasi episcopal, pues sólo dependían del papa; lógicamente, no podía confesar ni celebrar Misa, pero otorgaban licencias a los sacerdotes; además, ostentaban el señorío material que estaba compuesto por 54 villas y numerosas tierras. El señorío jurídico presentaba su propio fuero en materia civil y penal. Quedaba una sorpresa. Visitéla Portería del monasterio donde san Josemaría preparaba durante la contienda civil española su tesis doctoral en derecho sobre “La Abadesa de las Huelgas”. Quién me iba a decir entonces que aquel encuentro “casual” sería premonitorio con la historia.