Estoy pasando unos días de descanso y de formación en Miraflores de la Sierra, una localidad de la sierra madrileña, en la Cuenca Alta del Manzanares. Cuenta la leyenda que Isabel de Borbón se dirigía camino del monasterio de El Paular y preguntó cómo se llamaba este bello lugar; al no agradarle el nombre de Porquerizas de la Sierra, le bautizó con Miraflores. Este municipio está situado a más de mil metros de altitud, entre los puertos de Canencia y la Morcuera (1.796 metros); para trasladarse al puerto de Navacerrada (en la parte occidental de la Sierra de Guadarrama), se puede realizar la travesía por la Cuerda Larga, hasta la Bola del Mundo. Desde la atalaya mirafloreña se divisa la Villa y Corte de Madrid (de los Austrias y Borbones), que antaño fue capital de la Monarquía Católica y del Imperio español. En la lontananza se distinguen cuatro de las torres del Paseo de la Castellana, situadas en los antiguos terrenos de la Ciudad Deportiva del Real Madrid, cerca del Hospital de la Paz. Este parque empresarial, “Cuatro Torres Business Área”, presenta los siguientes rascacielos: Torre de Cristal, la más alta de España con 249 metros, que alberga oficinas como KPMG; Torre Cepsa (oculta en la foto), un metro menor, diseñada por el arquitecto inglés Norman Foster; en tercer lugar, Torre PwC (de la consultora PricewaterhouseCoopers); y Torre Emperador Castellana, contiene empresas como OHLA y distintas embajadas. Entre las 57 plantas de este rascacielos de 230 metros, en la 33, curiosamente, se halla una capilla; se trata del oratorio más alto de Europa. Desde que se construyó, en 2007, siempre he tenido la ilusión de visitar aquí al Santísimo. Ese sueño, recordando a Martin Luther King, “I have a dream” (yo tengo un sueño), se ha hecho realidad este miércoles pasado; y, como se comprenderá, después de tanto tiempo, con una inmensa alegría. Pero este anhelo también consistía en recorrer en bicicleta (de montaña) el trayecto Miraflores-Madrid, por el exclusivo carril bici, después de algunos intentos el verano pasado. Comienza la ruta desde Miraflores a Soto del Real (conocido por su centro penitenciario), Colmenar Viejo, la base militar de tanques de El Goloso en Alcobendas, Tres Cantos, la Universidad Autónoma de Cantoblanco con el sugerente lema: “¿Qué más debemos hacer?”, y el Santuario de Nuestra Señora de Valverde, en el barrio de Fuencarral-El Pardo; aquí se puede acceder al Anillo Verde Ciclista de la ciudad de 63 kilómetros. Al atravesar Madrid de norte a sur, por el Paseo de la Castellana, dejamos atrás la autovía M-607, y cruzamos debajo de las imponentes torres y la recién terminada (Torre Caleido, con distintivo IE). A lo largo de esta amplia vía está previsto un carril bici, paralelo al de los servicios públicos, limitando la velocidad a 30 km/h; con la escasa afluencia de tráfico en agosto, la experiencia cultural-deportiva resulta fascinante. A finales del siglo pasado se terminó por construir, en el inicio de la Plaza Castilla, los dos rascacielos de Puerta de Europa o también conocidos como Torres KIO; fueron diseñadas por el estadounidense Philip Johnson, con la peculiar inclinación de 14 grados entre sí; pertenecen a CaixaBank y a Realia. Los impresionantes rascacielos consiguen elevar el alma, y hacen honor a la castiza expresión: “De Madrid al cielo”; muy cerca los juzgados de lo civil y penal, sitos en esta plaza. Entre ministerios y embajadas se distinguen las espectaculares obras del estadio Santiago Bernabéu, testigo de tantos acontecimientos deportivos, como san Juan Pablo II nos recordó en un inolvidable encuentro con los jóvenes, el 3 de noviembre de 1982. Las emblemáticas plazas de Cibeles y Colón, con el Museo del Prado y la Biblioteca Nacional, señalan el giro a la Gran Vía, para terminar en el Palacio de Oriente. Llegamos con indisimulado contento al objetivo previsto, para visitar y descansar con la Virgen de la Almudena (“al-mudayna” o ciudadela) en su catedral. A la vuelta callejeé por la Plaza Mayor, la Carrera de San Jerónimo, parando en el Congreso de los Diputados. Uno se siente de donde realiza el Bachillerato y forja sus ideales. Una tormenta refrescó tantas emociones, mientras recordaba la increíble excursión. Nos aproximamos al lugar de partida, previo saludo a la Virgen de Begoña. Se cumplió un sueño y esperemos llevar a cabo muchos otros.