Como cada año, este pasado día 21 comenzaba la estación del verano en el hemisferio norte del globo. El verano en estas latitudes se equipara al período vacacional, y unido a él, el descanso, la fiesta y el disfrute. A los españoles, que nos gusta la juerga más que rascarnos un grano, esa juerga popular no se puede desvincular de las bebidas espirituosas bien fresquitas y del musiqueo para desperezar el pernil. Si la navidad no empieza hasta que no has escuchado por la radio “all I want for Christmas is you” de Mariah Carey, la temporada estival no da su comienzo oficial, hasta que no se sabe cuál será la canción del verano. Parece que este año el premio se le ha adjudicado a “Slomo” de la artista Chanel, pues cuenta con todas las características propias de ese tipo de canción, una letra absurda acompañada de un ritmo facilón, pegadizo, bailable y casi siempre horterilla. Así lo era la yenka, los pajaritos, bomba, el venao y un largo etcétera de éxitos chorras que han amenizado durante décadas las tórridas noches españolas. Pero si hablamos de canción del verano, sin duda hemos de hablar de su rey indiscutible. El 3 de noviembre del 2021 nos dejaba a los ochenta y un años de edad, Georgie Dann, quizá el único francés que arranca a cualquier español una sonrisa de simpatía. Desde que pisara a mediados de los sesenta nuestro país, su vocación fue la de amenizar las vacaciones de todo un pueblo, en el que finalmente se afincó. Son innumerables los éxitos de este intérprete al que siempre acompañó el éxito y el cariño del público. El primero de ellos fue «El casatschok», allá por el 1965, al que le siguen otros como “el Bimbó”, «Carnaval, carnaval», «La barbacoa», «Macumba», «El negro no puede», y una enorme retahíla de canciones, entre las que destaca su inolvidable “el Chiringuito”. Son canciones que no pasarán a la historia del arte por su calidad musical, pero sí por algo más importante y humano que hizo como ninguno este gigante, generar buen rollo.
Desde hace bastante tiempo, la formación Ciudadanos, está inserta en una deriva de batacazo en batacazo electoral, un hundimiento que prologó Albert Rivera con la decisión de sacar de Cataluña a una triunfante Inés Arrimadas, que fuera de allí poco tenía que hacer. Sea como fuere, el partido político que lo pudo haber hecho todo, se extingue en la nada. Debe ser muy difícil actuar como capitán en estas condiciones de dirección, cuando las encuestas te pronostican lo peor, cuando el electorado te da la espalda y las ratas huyen del barco despavoridas. Este ha sido el papel que le ha tocado interpretar en las últimas elecciones a Juan Marín. Su memorable interpretación durante la campaña electoral, ha sido la del hombre de honor, fiel a su partido, y al bien hacer en el gobierno de coalición. Pero quizá no sea oro todo lo que reluce. En el mundo de la política, existe el político lapa se adhiere a la roca del erario, y cuando pierde su acta, según haya demostrado sometimiento al statu quo del régimen, se le permitirá un huequito en la suculenta tarta que supone seguir viviendo del momio. Para el ascenso de Bonilla a Califa, como algunos lo han denominado, ha contado con dos poderosos aliados, uno Macarena Olona, que no salió con ansia de gobernar sino a ser la mera muleta de un previsible gobierno de coalición, tal como indicaban las encuestas, y como tampoco ofrecía nada distinto desde el punto de vista económico ni social, pues el votante de derecha, echó la papeleta al caballo ganador. Por otro lado, su Sancho Panza Marín, tampoco salió a ganar, sino a explicar lo estupendo del gobierno de coalición en el que él había estado, y ante eso pues ya se sabe, para qué votar una copia que tampoco aporta ninguna alternativa si tienes el original. Los que somos mal pensados en esto de la política, intuimos que el señor Juan Marín ha interpretado muy bien su papel en esta comedia, en la que ni quitó ni puso rey, pero ayudó a su señor, y le hizo un trasvase de votos que alzó a Bonilla hasta una aplastante mayoría. Después dirá aquello de que: “si Juanma Moreno me ofrece un cargo en el gobierno andaluz, no lo aceptaría”, pero a lo hecho pecho, y una cosa es el gobierno y otra es un puestecillo, y como al señor Bonilla le viene de oficio el ser hombre de protocolo, y sabe que es de bien nacido el ser agradecido, ya ha preparado, como hiciera en su momento Georgi Dann, el éxito del verano para su compadre Marín, un buen Chiringuito como adjunto al Defensor del Pueblo Andaluz.